Colega, esta temporada nos ofrece un vasto testimonio de que tanto localía como entusiasmo influyen enormemente en el desarrollo del juego. Tengo la impresión de que la temporada anterior la incidencia del pabellón era menor a lo que es ahora; no solo en los mano a mano se ven favorecidos los locales, sino también en el flujo ofensivo. Si le sumamos el entusiasmo (cualquiera sea su nivel) advertiremos que el salario deja de ser un índice de jerarquía y pasa a ser un mero valor azaroso. Cabe resaltar que tu rival de turno, Druida, tenía una cuenta de entusiasmo estándar (en niveles cercanos a 5) y aun así fue capaz de sobreponerse a tu soberbio juego perimetral. Yo creería que, tan igual que los Halcones el sábado último, tu formación defensivo contribuyó en cierta medida a tu derrota. Sin embargo, las constantes faltas y desaciertos solo encuentran consistencia en tu calidad de visitante.
A mi equipo le tocó un drama similar. Las estadísticas no representan lo que deberían, tal vez. Más allá de la pésima elección de alero, estuvieron esas desesperantes pérdidas de balón en un equipo conformado por jugadores con alto nivel de asistencia. Siendo ambos equipos modeladores de escoltas (y bases), no comprendo cómo únicamente los míos fracasaron en sus intentos, mientras los del rival tenían éxito.
La localía está jugando más del partido que los mismos equipos.
Tomen nota. Ya no sale a cuenta arriesgarse con TIE de visitantes.