Es curioso. No debe ser tan malo mi equipo. Hoy le he ganado, con cierta claridad, al líder de mi grupo, cosa que, desde luego, no tenía previsto.
Había puesto en venta a mi mejor anotador, de 32 años, pero ha pasado el plazo sin que nadie haya pujado por él. Naturalmente, prefiero quedármelo a malvenderlo, aunque le tenga que jubilar, llegado el caso.
Pero de nuevo ha vuelto a ocurrir, que a falta de 6 minutos para el final del partido, con una ventaja en el marcador de 11 puntos, de repente mi equipo se dedica a tirar a canasta con apenas 10 segundos de posesión, fallando un gran porcentaje de esos tiros. No tiene lógica alguna esa estrategia que plantea el motor. Lo más lógico y real es agotar la posesión hasta lograr un tiro cómodo. Con tantos errores sólo se favorecen mayor número de oportunidades al rival para acercarse en el marcador. Pero el sistema de tácticas sigue intocable y a nadie parece ocurrirsele alguna mejora, a pesar de la indefinición conocida de determinadas tácticas de dudoso o mal funcionamiento.
Pero, en definitiva, el partido de hoy me sirve para afianzar a media docena de titulares y saber con exactitud cuáles serán los descartes para seguir mi plan de cara al futuro con los jugadores entrenables.