Cada una de sus palabras, las hechas canción y las que no, apuntan a que nos demos cuenta, que nos despertemos, que la historia la hacemos nosotros y no se hace sola. Que hay personas adentro de estos cuerpos, más allá de operaciones, de piercings, de implantes de silicona, de botox, de tatuajes, siguen habiendo personas. Nos recuerdan que lo más importante sigue siendo el beso que te diste anoche con tu novia, la sonrisa de tu hija al lado tuyo apretandote la mano al escuchar cada una de sus canciones, recordar a aquellos que ya no están de la mejor manera, haciendo y buscando ser felices. Todo eso es lo que importa, y no necesariamente el blackberry que te compraste, ni las zapas vans, ni el auto mercedes, ni la quinta en funes, ni la play 3, all that you can leave behind. No importa realmente que sexo seas, ni que sexo te traiga. No importa el partido político, no importa la religión, no importan las edades. Lo importante es que estemos unidos, que seamos uno, que nos dejemos unir por el calor de nuestros cuerpos, por el peso de nuestras palabras, por el latir de nuestros corazones. Lo importante es darnos cuenta de que cada uno de nosotros somos importantes, hacemos la diferencia, y merece ser oído. Lo importante es que cada uno de nosotros tenemos un mensaje, que necesitamos transmitir, y no callarnos.
El mejor ejemplo, lo tenemos delante de nuestras narices, lo cual como casi siempre, solemos no poder ver. Sesenta mil personas unidas en un estadio, en un momento, en una canción, en una nota. Sesenta mil personas gritándole al mundo "estamos vivos, y queremos vivir, queremos estar unidos, queremos ser escuchados". Sesenta mil personas gritando, implorandole a Gustavo que se despierte, que sea uno con cada uno de nosotros de nuevo, que no se vaya. Sesenta mil personas agradeciendo a los millones de personas que lucharon por la liberación de aquella luchadora asiática que durante 20 años, tuvo que sufrir una encarcelación domicilaria, solamente por no callar, solamente por pensar.
El mejor ejemplo es el de sesenta mil personas en un estadio unidas. Recordemoslo nosotros, tan argentinos, el próximo domingo en un estadio, en cada uno de nuestros estadios, cuando creamos que el de enfrente es nuestro enemigo, que se merece un piedrazo, un escupitajo, un insulto. Recordemos en cada uno de aquellos, a nuestro hermano que estuvo cantando una canción con nosotros. Lo que es más, recordemos en alguno de ellos, a nuestro hermano, a nuestro primo, a nuestro tío, a nuestro hijo, que eligió un color diferente para su pasión, pero sigue siendo uno con nosotros.
Recordemos las palabras, las canciones, el mensaje de U2.
Cada uno de nosotros hacemos la diferencia.
Seamos uno.