Acompañado de Flamen y Drama, el general se presentó en el palacio de la mano derecha del rey de Portugal. No se imaginaba el por qué un noble tan importante quería tener una entrevista con él y la verdad es que no le hacía ninguna gracia distraer la atención del resto de asuntos que lo tenían bastante preocupado. Tras un par de minutos de espera, los tres hombres fueron acompañados hasta uno de los salones del palacio. Al entrar la sorpresa fue mayúscula ya que, sentados en una mesa, junto al duque de Bragança y otros hombres importantes de la corte portuguesa, estaban el duque de Cadiz y otros dos nobles influyentes en el gobierno del rey de las Españas.
“Haced el favor de sentaros, general”, le invitó el duque de Cadiz. “No os preocupéis estamos al tanto de todas la novedades, incluso de las más recientes. Espero que disculpéis al bueno de Dagran (nota del autor: ver previa de la jornada 7), pero tenía orden de mantener mi llegada a la villa en secreto. Insisto sentaros que tenemos que poneros al día de importantes novedades y no hay mucho tiempo que perder”
Así el general se enteró que desde hacía unos meses los espías de la corona española habían detectado ciertas reuniones sospechosas entre nobles de diversos países, pero auspiciadas todas con el beneplácito del cardenal Doménico. Se sospechaba que estaba preparando algo para este Torneo. En un principio se creía que tan sólo era intentar amañar el Torneo para que los italianos los ganaran, pero en las últimas semanas habían conseguido interceptar algunos correos y de lo que estaba escrito se empezaba a intuir que podía estarse preparando un complot para iniciar una guerra contra España. Lo que no se sabía era cual sería el desencadenante. Y para colmo el rey español había decidido ir a Portugal antes de lo previsto y se le esperaba para el próximo combate contra los italianos lo que seguramente adelantaría los planes de los confabuladores.
“Espero que entandáis la gravedad de la situación. El duque de Bragança, ya nos ha ofrecido toda su colaboración, así como la seguridad de que Portugal no entrará en ningún complot contra nosotros”, acabó contando el duque de Cadiz.
Todavia un par de horas más duró la reunión donde, además de firmar un tratado de paz entre ambos reinos, se analizó como se podía acabar con la amenaza.
Ya caía la noche cuando Matxone y Slevin volvían al cuartel general, después de una jornada de infructuosa busqueda de pistas para encontrar a la mujer y al hijo de Armida. Venían cansados y abatidos por la falta de pistas para seguir.
“Espero que los demás hayan tenido mejor suerte que nosotros”, comentó Slevin, cuando unos gritos centraron su atención. De una de las calles contiguas se oía gritar a una persona en portugués. Cuando ambos miraron vieron a un pequeño raterillo con una bolsa en la mano perseguido por un hombre. Sin embargo algo raro ocurrió. Cuando el hombre se acercaba a los dos españoles y se fijó en ellos pareció reconocerlos y echó a correr en dirección contraria.
“Slevin persigue al niño. Esa bolsa puede ser importante”, gritó Matxone mientras echaba a corres detrás de aquel desconocido.
Continuará ...
Last edited by litur at 6/1/2013 10:51:08 PM
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