Días atrás coincidí, en una celebración familiar, con un compañero y amigo de mi hijo en la universidad. Ambos son ingenieros informáticos especializados en programación, pero Miguel Angel, el compañero de mi hijo, es socio de una empresa de diseño de juegos para móviles. Pude mantener una conversación muy interesante con él. Me confirmó lo que todos imaginamos: un juego online con menos de 10.000 usuarios no es rentable para nada, y mucho menos para mantener a un equipo de personas a su cargo. Apenas da, en esas condiciones, para un suplemento, una ayudita, sin más. Es un problema endémico en todos los juegos online en los que no se invierte tiempo y diseño en mejoras periódicas. Y ese es el problema de Buzzerbeater: no se afrontan mejoras significativas, tan sólo pequeños retoques que no suponen aliciente alguno para fidelizar a los usuarios o invitar a nuevos jugadores. La gráfica parece intocable (ni siquiera una sucesión de pases en 2D), el seguimiento del live es para troncharse de la risa: jugadores que se sustituyen en el segundo 0:00 de los cuartos o de los partidos, multitud de mates "a dos manos" fallados, triples en los primeros minutos de la posesión cuando se va ganando por pocos puntos, descansos innecesarios en tiempo real, tácticas que nadie sabe si verdaderamente sirven para lo que debieran o de las que se desconoce su efectividad real, penoso control de los tiempos de participación de los jugadores aunque las condiciones del partido pudieran exigir cambios y, en fin, una sucesión de gilipolleces que no sirven ni siquiera para tener un cierto interés en el seguimiento.
No es de extrañar, pues, el progresivo abandono del mejor juego de basket online, por pura desidia de sus responsables. Esto parece condenado a la desaparición, por desgracia. Muy triste.