Ya nos tocará la hora, viejo rival.
Nos llevamos un susto a escasos minutos del final. Ovando dejaba la duela con una evidente cojera, sin guardarse muecas de dolor. Creímos que el seleccionado nacional quedaría al margen de la competencia por unas cuantas semanas, pero el azar nos jugó a favor, y el juvenil podrá seguir cumpliendo en casa y representando a la bicolor.
No esperábamos menos de los Olímpicos. Aunque sí esperábamos más de la audiencia. Tan apenas 15,000 fanáticos asistieron esta tarde a pabellón abate, cifra que no permite subsanar la deuda que carcome la estabilidad del equipo. Al parecer las constantes decepciones de jornadas previas produjeron un cisma entre institución y afición, divorcio que ahora se traduce en poca concurrencia y paupérrimos ingresos de taquilla.
Vencimos con mucho esfuerzo a los Olímpicos. Un resultado diferente no habría causado mayor asombro, aunque sí habría enardecido los ánimos en tienda estelar. Hubo pasajes del partido que mostraron una clara suficiencia de los visitantes. Los primeros minutos del cuarto decisivo nos estremecieron con la sospecha de que el margen se vendría abajo y, así, el virtual triunfo. No obstante, el huésped no supo regular su inspiración y terminó por dimitir en errores ingenuos que fueron el punto de partida de la recuperación abate.
Casi sin aliento, los Olímpicos se arrimaron lo mayor posible a la puntuación local, pero no hicieron peligrar jamás la victoria, pues su desesperación apresuró el espectáculo de las faltas. Precisamente ahí cayó Ovando. Tan solo un triple contabilizó el visitante en ese minuto final. Los locales sacaron provecho de los tiros libres y matizaron el marcador.
Una victoria importante, que nos permite entrar a empellones a la zona de PlayOff. Ahora, a mantenernos ahí.