¿Me podrías "explicar" de qué forma se puede uno "adaptar" al motor, cuando hay un sistema preestablecido por los creadores del motor para obtener entrenamiento y el motor no parece conocer ese sistema, ni siquiera en un intrascendente amistoso, y se atreve a interpretar que la victoria en un amistoso es de un interés suficiente para mandar al carajo los fundamentos principales de los amistosos: los entrenamientos?
Yo he hecho, exactamente, lo que correspondía hacer: incluir en la reserva a un sustituto, por si acaso, a sabiendas de que los tiempos que faltaban a titulares y suplentes era perfectamente accesibles y podría darse el caso de que el reserva jugara el minuto que le restaba para entrenar al ciento por ciento. Pero si a ti se te ocurre otro método, estaría encantado de conocerlo, porque son muchas las versiones que al respecto ha leído en el foro. Y ni una sola responde al comportamiento real del motor. Y no creo que aclarar el comportamiento del motor en cuanto a las previsiones y el uso de las suplencias, aunque sea de forma inconcreta sino, simplemente, metodológica, suponga restar al juego su necesaria componente de aleatoriedad o azar.
No creo que de mi queja se pueda extraer, ni muchísimo menos, que el juego y el motor se haya de adaptar a nosotros. No veo de dónde sacas semejante descabellada interpretación. La componente de aleatoriedad ha de existir, por supuesto, pero en el desarrollo del juego y de la estrategia, nunca en el comportamiento del motor en cuanto a unas reglas que no tienen nada que ver con el basket sino con la metodología establecida para el juego con fines ajenos al juego y al resultado.
Por supuesto que es una chorrada lo que he dicho de la lesión de mi AP. Eso sí está sujeto a la aleatoriedad, sólo mermada por los niveles del médico, si se quiere o así se interpreta, y, tal vez, por el estado de forma del jugador. Ha sido una frase que no debes sacar del mero contexto del cabreo y del derecho al pataleo por un aspecto del juego que no tiene nada que ver, repito, con el partido ni con el resultado. No saques las cosas de quicio, amigo. No me creas tan imbécil de pillar un mosqueo por la pérdida de un amistoso. Eso es quedarse en lo fácil. Lo difícil para algunos es aceptar que el motor no es perfecto, y que muchas de sus imperfecciones son de un cariz tan simple que resulta inexplicable que no se subsanen.
Y no me vale la excusa facilona de siempre: que esas condiciones son iguales para todos. Porque, simplemente, no es así. A mi me ha ocurrido justamente lo contrario de lo que me quejo en esta ocasión. Y la prueba más evidente de la inconcreción del juego en este aspecto es la variedad de respuestas que se han dado a tales circunstancias, prueba evidente de que, incluso en cuanto a las reglas del juego, no existe un criterio en el que basarse y tan sólo existen interpretaciones y opiniones.