Sería una negligencia imperdonable relajar el paso en una contienda tan pareja. Ayer hacíamos frente a un viejo rival que ha pavimentado el curso de sus objetivos con notables contrataciones, que ahora le valen ostentar la tercera ubicación en una Conferencia que antaño parecía tan sosa y fragmentada. Cuánto bien le ha hecho a la Conferencia Oeste recibir a los Gunners, que se suman a los Riders y Centuriones en el acecho de los Decanos.
De un lado resultó favorable que el emparejamiento de siguiente ronda de Copa condujera a Centuriones y los Gunners a la lona. Ambos, oponentes de mi escuadra en la semana en curso. Ambos se miden el jueves por venir. La tensión por el arduo juego que tendrán en frente los tendría que perturba. Y esa turbación habría de beneficiar a mi pabellón.
O, al menos, eso teoricé.
Los Gunners calcularon al milímetro sus pasos. De local nadie quiere ceder triunfos, y mucho menos los Gunners. Ancat debía asegurar la victoria en casa para poder guardar forma de cara al duelo de Copa. Nuevamente, especulaciones particulares. Con un ojo clínico en el partido de Centuriones, armamos una formación que debía ahorrarnos esfuerzo. Pero no cabe subestimar a los Gunners bajo ninguna circunstancia. En el fondo, lo sabíamos. En la superficie, dejamos al trasluz cierto exceso de confianza.
Fue un partido entretenido. La victoria pudo haber sido para cualquier de ambos. El dominio fue compartido, aunque mis pupilos bracearon con mayor ímpetu en la recta final. Como anoté a inicios de temporada, este duelo era un pendiente y apostamos al triunfo. Lástima que los Gunners tuviesen un calendario tan intrincado, situación aislada, pero observo que alinearon a ganador. Con excepción de su base, el resto de su quinteto fue el más curtido de su plantel.
La revancha nos depara a tres meses de aquí, a menos que cambiemos el escenario y despuntemos en nuestras respectivas tablas. ¿Será posible? En una liga como la vigente, todo sueño es posible.